En un parque edificatorio como el español, con más del 90% de edificios ineficientes, esa apuesta por la eficiencia energética supone un ahorro de hasta 8.000 millones de euros. Sistematizar las principales conclusiones del análisis de las directivas europeas de eficiencia energética que determinan los nuevos modelos de negocio energético ha sido el objetivo de Javier García Breta, asesor en políticas energéticas y presidente de N2E. Dichos modelos están orientados a la rehabilitación energética y a la participación activa del consumidor en la gestión de la demanda.

El modelo energético que prescriben las directivas europeas es el del ahorro a través de la generación distribuida, el autoconsumo, los contadores inteligentes con balance neto e interacción de los consumidores, los edificios de consumo de energía casi nulo, las redes eficientes de calefacción y refrigeración y el vehículo eléctrico. Europa ha dispuesto que en 2018 los edificios públicos y en 2020 toda la nueva edificación así como la rehabilitación de la existente se lleve a cabo con criterio de calificación energética “A”. Y es que el potencial de ahorro de energía entre un edificio de clase A y otro de clase G es de un 80 por ciento y en un parque edificatorio como el español, con más del 90 por ciento de edificios ineficientes, supone un ahorro de hasta 8.000 millones.

La Estrategia de calefacción y refrigeración que la Comisión Europea presentó el 16 de febrero confirma que la eficiencia energética es la primera política energética, al pretender reducir la dependencia de los combustibles fósiles en Europa elevando el consumo de energías renovables, a través de la eficiencia energética de edificios. En Europa el 75 por ciento de consumo de energía en calefacción y refrigeración procede de combustibles fósiles, el 18 por ciento es de origen renovable, y su potencial de ahorro energético alcanza el 70 por ciento. Este es el motivo por el que la Comisión Europea, en la citada estrategia, propone revisar en 2016 las tres directivas de renovables, edificios y eficiencia energética, elevar la cuota de renovables y reducir la de energía fósil en los edificios, aumentar la tasa de rehabilitación por encima del 1 por ciento y aprovechar el calor residual de los procesos industriales para redes de calor y frío en residencial y terciario.

Sin embargo, el modelo energético de España está muy alejado del que propone la UE pues promueve el mayor consumo y hay datos elocuentes que lo prueban. La diferencia entre la potencia contratada y la energía consumida es de 7.000 millones de euros que pagan los consumidores por energía no consumida. Y lo más importante, pese a la caída del precio del crudo, en 2015 nuestro país ha dedicado a las importaciones energéticas 38.605 millones de euros y ha batido el récord de importación de petróleo.