En España estamos actualmente ante una época de transición energética por la generación, la distribución y el consumo de la misma. Esto unido al crecimiento sin precedentes de la demanda energética y la necesidad de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero ofrece oportunidades, como es la eficiencia energética que nos ofrece la oportunidad de romper la correlación tradicional entre desarrollo económico y emisiones de CO2. En un estudio realizado por la Agencia Internacional de la Energía se puede ver como se generaría un crecimiento adicional de aproximadamente 59.000 millones de euros por año a escala mundial, equivalente al 0’7% del PIB para 2035.

Además, también hay que mirar que la Unión Europea tiene una clara dependencia energética del exterior y nuestro país no es una excepción, sino que España importa un 70% de la energía. Y todo esto supondría un aumento de la competitividad y una mayor capacidad de atraer inversiones y proteger el tejido industrial de nuestro país. También se puede considerar el estudio de la Comisión de la Unión Europea titulado “Empleo Verde” que identifica el potencial derivado de la implementación de políticas de eficiencia energética para la creación de empleo, algo que hace mucha falta en España, que maneja unas cifras de paro históricas.

Y es que las inversiones en eficiencia energética generan un empleo neto que está entre 17 y 19 personas por cada millón de euros invertido. En el caso de España, además, hay que sumar beneficios adicionales como la posibilidad de equilibrar nuestra balanza comercial. Y por otro lado también está la oportunidad de liderar un sector en auge y posicionar nuestra tecnología y experiencia, impulsando el crecimiento económico del país. Y es que en un futuro cercano, la eficiencia energética va a generar grandes demandas y estamos en disposición de situarnos a la cabeza de esta revolución tecnológica.

Aunque debemos tener en cuenta que para situarnos a la cabeza de la eficiencia energética, la regulación del mercado eléctrico tiene mucho que decir en este debate. Y es que la eficiencia energética y las políticas gubernamentales de energía deberían ir de la mano y sus tiempos deberían marcarse con la misma agenda. Los tres ejes estratégicos para conseguirlo serán definir las reglas que permitan flexibilizar la demanda, impulsar el desarrollo de “prosumidores” y facilitar la modernización de la red eléctrica. Por lo que una de las claves está en el propio consumidor ya que con la tecnología que contamos hoy en día podemos impulsar el desarrollo de productores y consumidores, que son los conocidos como “prosumidores”.